Por Raúl Bermúdez
Las personas que migran llevan consigo, de modo particular e intenso, historias y dramas, anhelos y frustraciones, desarraigo y persecuciones, o simplemente deseos y esperanzas. El 4 de setiembre se celebra su día en Argentina, desde el año 1949, por un decreto del entonces presidente Juan Domingo Perón.
Se recuerda así, una medida del Primer Triunvirato de las Provincias Unidas del Sur, de 1812, que ofreció “su inmediata protección a los individuos de todas las naciones y a sus familias que deseen fijar su domicilio en el territorio”.
La Constitución Nacional continuó esa tradición humanista en su Preámbulo planteando sus grandes objetivos “para todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino.”
Luego en su artículo N° 25, propone expresamente el fomento de la inmigración “europea”, siguiendo el paradigma cultural de nuestras elites ilustradas del siglo diecinueve, que miraban a Europa como el ejemplo a seguir y le daban la espalda a todo lo que fuera criollo, mestizo o indio.
Pero la cuestión no salió como los constituyentes la habían previsto. La inmigración europea tuvo diversas oleadas, que se extendieron hasta mediados del siglo veinte, signadas por la pobreza, la huida de persecuciones políticas o religiosas, o de las atrocidades de las guerras. Muchas familias fundaron colonias rurales en las provincias y otras se hicieron cittadinas, poblando conventillos y creando barrios en las orillas de las grandes ciudades.
Hubo quienes profesaban ideas socialistas o anarquistas. Fue entonces cuando nuestras elites europeizadas recordaron la palabra “nacional”, valoraron al gaucho –no ya al rebelde- sino al peón de sus estancias. Comenzó entonces la represión a estas presencias “extranjerizantes” que además de bibliotecas, mutuales y cooperativas intentaban crear ¡sindicatos obreros!
La Ley de Residencia fue el instrumento, desde 1902 hasta su derogación en 1958, para combatir a estos enemigos de las propiedades que fueron “privadas”, luego de ser usurpadas a los pueblos originarios. Se establecía que el Poder Ejecutivo Nacional podía impedir la entrada y expulsar extranjeros “cuya conducta comprometa la seguridad nacional o perturbe el orden público”.
Lo cierto es que quienes migraron de diferentes partes del mundo y por motivos diversos, terminaron “acriollándose” e integrándose con sus aportes culturales a nuestra Nación. La “movilidad social” que impulsaron los pocos gobiernos democráticos del siglo pasado, radicales y peronistas, los fue constituyendo mayoritariamente en “clase media”.
Las últimas tres décadas del siglo veinte marcaron el crecimiento desmesurado de los “conurbanos” sobre todo el bonaerense, llamado primero “el Gran Buenos Aires”. Las migraciones se sucedieron no ya desde Europa sino desde nuestro país y países limítrofes: Erradicaciones compulsivas y violentas de las “villas” capitalinas, durante la última dictadura cívico-militar y desplazamientos sociales desde las provincias más pobres –y en gran medida desde Bolivia y Paraguay- en busca de trabajo, fueron dando origen a nuevas villas y asentamientos, en zonas despobladas e inundables, en los alrededores de la Capital Federal.
La década del 90´ incorporó a comunidades peruanas expulsadas por el caos social que provocó el ex presidente destituido y encarcelado, Alberto Fuyimori, procedente de familia migrante japonesa en la ciudad de Lima.
El siglo veintiuno trajo migraciones provenientes de Asia -sobre todo desde China- y África. Actualmente cada barrio tiene un mercadito chino. Como en buena parte del siglo veinte cada barrio tenía un almacenero “gallego”, un quintero “tano” o una tintorería japonesa. También se ha incorporado al paisaje urbano la venta callejera de relojes, bijouterie de fantasía y cinturones, por parte de comerciantes instalados en las veredas, que hablan idiomas africanos.
Todos y todas se van “argentinizando”, con hijos nacidos en nuestro territorio, y educados en nuestras escuelas. Las migraciones son procesos mundiales que en Argentina tienen una larga tradición de integración, no exenta de la presencia de minorías discriminadoras y xenofóbicas, como llama la psicología social al odio a los y las extranjeras.
Nuestro José León Suárez, es el resultado de todos estos procesos migratorios: Fue fundado por familias italianas, en su mayoría provenientes del sur de la península, a mediados del siglo veinte. Gracias a ello contamos con dos clubes hermosos como lo son el “Belvedere Maríttimo” y el “Leonardo da Vinci”, a sur y norte de la estación de tren.
El Área Geográfica Reconquista (AGR), fruto de migraciones posteriores nos brindó, entre otras realizaciones culturales, el centro jujeño “Tacita de Plata” y sus célebres desfiles por la avenida Artigas recordando el Éxodo Jujeño. Nuevos centros culturales como el “Cristo del Milagro” peruano del barrio Costa Esperanza. También clubes paraguayos y bolivianos y programas de radio realizados por y para comunidades migrantes argentinas y de otros países. Algunos de larga trayectoria como “Reconquistando al Paraguay” y “Allá voy para Entre Ríos”, que incluye en su producción a descendientes de volgagermans, familias alemanas del Volga asentadas en nuestra mesopotamia. Ambos se emiten desde hace muchos años por FM Reconquista. La Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) lleva adelante un interesante proyecto referido a mujeres migrantas en los barrios del AGR.
En 2019 se llevó a cabo la “Caravana Cultural” con presencia de delegaciones de varios países latinoamericanos, por las avenidas Brigadier Don Juan Manuel de Rosas y Gervasio Artigas, partiendo desde la estación de José León Suárez hasta la plaza “Independencia”, en el barrio “5 de Noviembre”.
Como dijimos, nuestra ciudad, como tantas en Argentina nace de las migraciones internas y externas, lo que incluye también un gran componente mestizo-originario. Se nota y se vive en nuestras músicas, comidas, tonadas al hablar y religiosidad.
Cuanto más unidad y organización logremos en torno a proyectos comunes, más comunidad seremos. Ese siempre ha sido el desafío de los pueblos.
Ilustración: La Sagrada Familia inmigrante. Kelly Latimore.