Por Eduardo Verón
El 27 de septiembre es el día Nacional de la Conciencia Ambiental. Ante la existencia de este día me pregunté: ¿por qué se estableció un día de la Conciencia Ambiental? ¿Por qué es el 27 de septiembre? ¿Qué es la conciencia ambiental? ¿De qué debemos tener conciencia quienes vivimos en José León Suárez? En esta columna pretendo compartir lo que investigué para encontrar respuestas a estas preguntas.
En 1995, el Senado y la Cámara de Diputados de la Nación Argentina promulgaron la Ley 24.605 que establecía declarar el 27 de septiembre como el Día Nacional de la Conciencia Ambiental. La fecha fue elegida debido a que en 1993 siete personas murieron en Avellaneda, porque una empresa y particulares desecharon químicos fatales para la vida humana. Resultado de la combinación de ácido sulfúrico y sales de cianuro formaron ácido cianhídrico, que se filtró en forma de gas hacia la superficie y fue inhalado por siete personas, provocando su muerte.
El Día de la Conciencia Ambiental se propone incentivar a la reflexión sobre las acciones que realizamos los humanos y sus repercusiones ambientales. Cotidianamente, todos comemos, trabajamos, nos trasladamos, consumimos, desechamos, etc. En todas estas acciones nos relacionamos con el ambiente, a veces extraemos recursos o servicios que nos brinda la naturaleza; y otras veces volcamos en ella elementos que le son extraños como plásticos, metales, vidrios, entre otros que producen efectos dañinos para nuestra vida.
En este sentido, el desarrollo de la conciencia ambiental resulta fundamental para conocer las consecuencias que tienen nuestras acciones sobre el planeta y cómo ello repercute en nuestras vidas. Así como en Avellaneda aquel transportista y los vecinos no supieron las consecuencias ambientales del desecho de químicos; en la cotidianeidad, los suarenses nos encontramos atravesados por múltiples exposiciones adversas al ambiente: los residuos, aguas contaminadas, desechos industriales, torres eléctricas, quema de cables, escasez de árboles, entre otros.
La llegada de miles de toneladas de residuos a nuestro territorio por día provoca impactos directos en nuestra salud. El aire que respiramos está sumamente contaminado, entre otras cosas por partículas de materiales inorgque se van degradando y se entremezclan con el aire y luego nosotros introducimos en nuestro organismo. Un ejemplo de ello, es el descubrimiento de la presencia de plástico en los tejidos de nuestro organismo que producen enfermedades y daños en nuestra salud. Asimismo, recientes estudios realizados por investigadores de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM) con promotores de salud y médicos que trabajan en la zona de José León Suárez, observaron distintas problemáticas en torno a la piel, entre ellas infecciones y resequedad.
Esto se debe en gran medida a la ya conocida exposición de focos contaminantes. Sin embargo, con la investigación se halló que otro de los grandes causantes de estas infecciones es la falta de arboledas en las zonas aledañas al Río de la Reconquista.
Los árboles, además de brindar servicio de oxigenación del aire, amortiguan la exposición a los rayos del sol. En los barrios del Área Geográfica Reconquista (AGR), debido a la gran concentración de casas y la escasa forestación, la población se encuentra muy expuesta al sol y esto produce resequedad en la piel seguido de lastimaduras que permiten el ingreso de bacterias, que como comenté, están muy presentes en el aire.
Otras de las problemáticas de gran relevancia en nuestra localidad es la contaminación del río, sus aguas que supieron ser un recurso natural de relevancia para los primeros habitantes del territorio, con el paso del tiempo pasaron a ser espacio de vuelcos ilegales de residuos sólidos y líquidos, por parte de empresas principalmente. Como consecuencia de la contaminación de arroyos, roedores e insectos proliferan por las casas cercanas a estos sitios provocando incomodidad, infecciones y temor a los habitantes de la zona.
Como vemos, la contaminación trae múltiples problemáticas a los habitantes de José León Suárez. La toma de conciencia sobre sus repercusiones en nuestras vidas nos puede ayudar a repensar hábitos, exigir el cuidado del ambiente a los grandes contaminantes y sobre todo valorar el trabajo de miles de trabajadores y trabajadoras que recuperan residuos; limpian ríos, arroyos y distintos espacios públicos; asisten en centros de salud y hospitales a los vecinos/as que llegan con infecciones y/o enfermedades. La toma de conciencia resulta fundamental para entender qué nos pasa y por qué nos pasa lo que nos pasa.
