NO HAY MAYOR AMOR QUE DAR LA VIDA

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Nada ni nadie me impedirá servir a Jesucristo y a su Iglesia, luchando junto con los pobres por su liberación. Si el Señor me concede el privilegio, que no merezco, de perder la vida en esta empresa, estoy a su disposición” Padre Carlos Mugica, 1971.

 A continuación transcribimos un documento dado a conocer por la radio “Cristo de los Villeros”, de la parroquia San Juan Bosco, con motivo de cumplirse 90 años del nacimiento del padre Carlos Mugica:

 

“Mugica por favor, perdón y gracias”

 

Carlos Francisco Sergio Mugica Echague, conocido como el “Padre Mugica” o “El Padre Carlos” nació un día como hoy, pero de 1930, en la ciudad de Buenos Aires, siendo el tercer hijo de Carmen Echague y Adolfo Mugica, reconocido referente político por los años 30 ́. Los inicios de su vida se dan en las comodidades de una familia aristocrática de Barrio Norte, sin embargo, se lo recuerda hasta la actualidad por sus acciones en las villas de Retiro junto a los más necesitados, siendo uno de los referentes del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo (MSTM) y mártir para los Curas Villeros.

A los 21 abandonó sus estudios de abogacía en la Universidad de Buenos Aires e ingresó al Seminario Metropolitano, en marzo de 1952, donde el 20 de diciembre del 59 fue ordenado sacerdote en la Catedral porteña. Sus caminos iniciales estuvieron por el interior del país; Reconquista y Chaco fueron los primeros pasos del primer cura villero en una Argentina abatida tras crisis sociales y políticas que muy lejos de nuestra realidad no está. De vuelta a sus pagos, Nuestra Señora del Socorro y Santa Rosa de Lima en la Capital acercaron a Carlos al peronismo y algunas ideas que confrontaban a los gobiernos de las décadas de los 60 ́ y 70 ́.

Sus primeros pasos como sacerdotes en la agitada Buenos Aires no fueron tan fáciles, el propio Mugica recordaba con humor algunas anécdotas en Nuestra Señora del Socorro: “Creo que la misión del sacerdote es evangelizar a los pobres e interpelar a los ricos. Y bueno, llega un momento en que los ricos no quieren que se les predique más, como sucedió en el Socorro cuando me echaron las señoras gordas que le fueron a decir al párroco que yo hacía política en la misa”.

El Barrio de Comunicaciones fue uno de sus mayores amores, allí levantó la parroquia Cristo Obrero, en la que ejerció su compromiso social y sacerdocio hasta el momento de su asesinato. Al mismo tiempo, colaboraba con su gran amigo, el padre Jorge Vernaza, como vicario de la parroquia San Francisco Solano. En la homilía del funeral de Mugica, Vernaza decía: "La Sangre del Padre Carlos -quien pocos momentos antes, había bebido en el Altar de la Sangre de Cristo- corrió copiosamente, prolongando el sacrificio redentor de su Maestro y Señor”. Jesucristo ya lo anunció "Si me persiguieron a mí, también los perseguirán a ustedes; si el mundo los odio, sepan que antes me ha odiado a mi(Juan 15:18-27).

En las épocas donde Mugica se desempeñaba como párroco en las villas de emergencia, éstas figuraban como un espacio verde en los mapas, totalmente ignoradas por los medios de comunicación y el Estado. Así fue que el mártir de la causa por los pobres forjó en sí una concepción sagrada de lo que significaba "ser pueblo" lo que hace al pueblo, los valores primordiales en la vida, la lucha día a día por llegar a la casa luego de trabajar doce horas y que el plato de comida esté lleno en la cena, por la vivienda, por su casa propia, su terreno; por la educación tanto de grandes como de chicos; por la salud, la más importantes de ellas, diría una sabiduría popular que "si falta la salud falta todo".

Carlos sabía muy bien las prioridades de sus feligreses en las villas, recordamos una meditación escrita en 1969 que tan cercano nos deja a la realidad que nos golpea: "Señor, perdóname por haberme acostumbrado a ver que los chicos que parecer tener ocho años, tengan trece; Señor, perdóname por haberme acostumbrado a soportar a chapotear por el barro, yo me puedo ir, ellos no; Señor, perdóname por haber aprendido a soportar el olor a las aguas servidas de las que me puedo ir y ellos no; Señor, perdóname por encender la luz y olvidarme de que ellos no pueden hacerlo. Señor, yo puedo hacer una huelga de hambre y ellos no, porque nadie hace una huelga con su hambre; Señor, perdóname por decirle "no solo de pan vive el hombre" y no luchar con todo para que rescaten su pan; Señor quiero quererlos por ellos, no por mí. Ayúdame; Señor, sueño con morir por ellos; ayúdame a vivir para ellos, Señor quiero estar con ellos a la hora de la luz, Ayúdame."

El Padre Andrés párroco que acompaña al Padre Pepe en la Parroquia San Juan Bosco y que forma parte de los “Curas Villeros” nos dice quien es Mugica para el : “ El Padre Carlos es como una luz, un referente, es que el marco esto de ser cura en la Villa y en los barrios populares. Uno que lo va conociendo, en mi caso personal, mientras más leo y profundizó en su vida, en su trabajos, en su compromiso, sus acciones y sus palabras el tipo describió la realidad concreta de las personas, las necesidades materiales, la pobreza, la miseria y la violencia, bueno, con todo eso Mugica supo luchar y encontrar la luz aquella encomendada por Dios para poder meterse en el corazón de la gente, caminando, llorando, embarrándose con lo que más necesitaban, desde lo más mínimo hasta lo máximo. Ojalá la Argentina alguna vez pueda considerarlo un santo para el país"

El Padre Pepe nos cuenta que significa para él Mugica y para los curas villeros: "Yo creo que Mugica era un apasionado por dos cosas; la primera: una pasión por la iglesia, amaba a la iglesia, cuando la política por aquel entonces estaba metida en todos los lados, inclusive en la iglesia, siempre estuvo presente en sus discursos de Carlos, Jesucristo y la iglesia y su otra gran pasión es aceptar la realidad que lo rodeaba, la Villa, donde se forjó y donde la luchó contra quienes estaban por aquel entonces

El padre Eduardo, nos entrega su testimonio personal sobre Mugica y su vida: "Mugica como sacerdote, es un ícono, un referente para todos los sacerdotes que trabajamos en los barrios más humildes, para el grupo de los curas de las villas, un pionero que arrancó desde una mirada pastoral y evangélica a cuidar la vida, el ministerio dentro de la iglesia. También es un referente fuertemente social, por su compromiso, su lucha, por su convencimiento con los más necesitados en la parroquia Cristo Obrero en la Villa 31.Fue un hombre profundamente espiritual, con una base muy fuerte, muy honesto, muy sincero, muy coherente con su estilo de vida. En lo personal, me tocó estar en la Villa 31 ocho años y conocí bien su camino y su recorrido, sin dudas fue un referente que supo como encomendar la misión de Dios".

Para quien escribe, Carlos Mugica fue, es y será un ícono en nuestro país, fue quién se metió en el barro, donde otros no lo hacían, mientras los trajes de los que gobernaban se limpiaban y sacaban ese brillo oxidado de sus políticas, Mugica fue quién salió adelante y la luchó desde el principio al fin, su vida sacerdotal nos refleja hacia donde tenemos que ir como peregrino del camino de Dios. Sin duda, aunque sea muy corto ese escrito, de lo más sencillo, nace lo más grande, así como nos enseñó Mugica.

Redacción: Facundo Solohaga.

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