ARTE Y DEPORTE

UN VIEJO DISCO...Y UN AMOR...QUE ESPERA

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Sumamos a nuestra sección "Arte y Deporte", a un nuevo escritor: EMILIANO VALLEJOS. Hoy presentamos un cuento que combina el costumbrismo referido a la cultura popular y de masas, con el género fantástico. Agradecemos a la familia suarence, lectora de nuestro portal, que acercó a nuestra redacción esta novedad literaria.

Un Wincofón

 

Me gusta coleccionar objetos antiguos. Muñecos, adornos, revistas... de esas en que las grandes glorias del deporte y el espectáculo reviven en sus épocas de esplendor, “brillando”, a su manera, en las páginas amarillas por el implacable paso del tiempo. Me gusta pensarme como un cazador. Recorro mercados de trastos viejos seleccionando a mi presa.

Hacía tiempo que buscaba un tocadiscos. Pero no uno cualquiera. Mi padre supo tener un Wincofón color crema, con detalles en madera a los costados. Una belleza. Con los años lo tiraron, regalaron o vaya a saber qué. El arribo de nuevas tecnologías hizo que aquel aparato que supo maravillarme de niño, haya quedado obsoleto.Una tarde de otoño me encontraba revolviendo cosas en una compra venta de barrio. Un par de cajas repletas de discos, con grandes éxitos de los ‘50, ‘60 y 70. y tras ellas, cubierto por una capa de polvo, que a mis ojos, oficiaba de envoltorio de regalo, un hermoso, maravilloso e inigualable Wincofón, igual al de mi padre.

La emoción me invadió al instante. “Tiene que ser mío”, pensé. Traté de preguntar al vendedor, con cierto desdén, casi como quien le hace el favor a alguien para sacar la basura: “¿Cuánto por esta cosa?”, “se va con las cajas de discos, no lo quiero mas acá, dame lo que te parezca”, me respondió el comerciante. De más esta decir, que tras una irrisoria suma en dinero, me encontré cargando todo en el baúl de mi auto.

Quien iba a pensar que aquella tarde de otoño, de exitosa cacería, iba a ser el inicio de... esto. Llegado a mi domicilio, previa limpieza profunda del instrumental, el tocadiscos reposaba sobre una carpeta tejida por mi abuela, en un macizo mueble de algarrobo antiguo que encontré en un remate, en San Antonio de Areco. A su lado una pila de discos. Había de todo. Un simple de Del Shannon, Chuck Berry, Creedence, hasta ABBA, compilado de Woodstock. Beatles y The Who, se codeaban con los Wawancó, Palito Ortega, y musica disco, en fin... un aquelarre musical en vinilo.

Cuando me tocó inspeccionar mis nuevas adquisiciones, noté que había un sobre blanco, sin contenido. Y escrito a mano, con birome, una nota que rezaba: “Efraín: Cuando suene mi canción en tu tocadiscos, bailaremos juntos por fin y para siempre. Claudia.”.

Creo que desde que empecé este relato, quedó claro que colecciono cosas antiguas. Mantener vivo el pasado es algo que me obsesiona. Me dio lástima descartar aquel sobre carente de disco, y me dieron curiosidad tanto Efraín como Claudia. ¿Que habrá sido de ellos?.... ¿Habrán podido bailar por fin juntos?... en fin. Esas cosas que uno nunca se enterará, pensé. Ingenuamente.Extenuado por mi jornada me fui a dormitar como cualquier hijo de vecino. Exaltado aquella noche, me despertó sonando a todo volumen esta canción: “Pon Tu Cabeza En Mi Hombro” (“Put Your Head On My Shoulder”) en la  voz de Paul Anka. Aterrado, corrí hasta el living desde donde venía la musica, y para mi sorpresa, alguien, Y NO HABIA NADIE EN CASA MAS QUE YO, había puesto un disco.

El incidente se repitió durante toda la noche. Incluso me había quedado haciendo guardia al lado del aparato, y cuando cerraba los ojos por un instante, agotado, cambiaba la selección musical. Probé desenchufarlo, Guardarlo, no intente destruirlo, mi amorpor las antigüedades no me permitió hacer semejante salvajada, por mas embrujado que se hallara mi tan buscado, y ahora tan temido, Wincofón igualito al de mi padre...Los días fueron transcurriendo y con ellos un patrón de comportamiento de mi fantasmal tocadiscos.

Sus selecciones musicales ocurrían a partir de las 20 horas, y finalizaban entrada la madrugada. Todas las noches.El agua bendita solo hacía que la lista de temas se tornara en una temática religiosa. Cuando me cansé de oír “La misa Criolla”, dejé de aplicarle dosis de agua bendita. Finalmente, y dado a que ya estaba con varios días sin poder dormir como Dios manda, me dirigí a la compra venta de barrio, aquella donde adquirí a voluntad a mi disk jockey del mas allá, a los efectos de indagar al vendedor y ver que información tenía al respecto.

Vos tampoco podes dormir”, me dijo ni bien me vio entrar por la puerta. Delatado también, por mis ojeras del tamaño del partido de “La Matanza”.

Aquel tocadiscos, según me comentó el comerciante, pertenecía a Efraín, un primo suyo, que era Disk Jockey en el barrio, muy conocido, quien tras la trágica perdida de su novia Claudia, cuentan que se volvió prácticamente un ermitaño, y solo se sabía de él, cuando por las noches escuchaba un disco que Claudia le había regalado para el ultimo cumpleaños que pasaron juntos.

Le pregunté al vendedor donde estaba el vinilo. “Está perdido. Y no vas a dormir mas, a no ser que lo encuentres”, me dijo el comerciante, antes de cerrarme la puerta en la cara.Llevo ya seis meses sin dormir. Acabo de conseguir un nuevo disco LP en una compra venta de barrio... Creo que tal vez, sea este, y la que sigue, la próxima canción, aquella que permita bailar por siempre juntos, a Claudia y Efraín... ¿Será?...

 

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