(Fotos: Sille Cris)
Diego Duarte tenía 15 años en el 2004. Durante la noche del 15 de marzo de ese año ingresó junto con su hermano mellizo al predio de la empresa Coordinación Ecológica Área Metropolitana Sociedad del Estado (CEAMSE), en José León Suárez, para buscar entre la basura metales para vender y con eso comprar zapatillas ya que comenzaban las clases en la escuela. Nunca más apareció su cuerpo.
Según el testimonio de su hermano Federico, dos policías de la provincia de Buenos Aires, que custodiaban el lugar, lo persiguieron. Diego se escondió tras un montículo de basura y allí recibió la descarga de un camión volcador de la empresa, quedando así sepultado bajo la montaña de desperdicios.
“Sin cuerpo no hay delito” argumentó en su momento el fiscal a cargo, Miguel Ángel Gragnioli, y ordenó el archivo de la causa. Por ese motivo diversas organizaciones sociales de los barrios del Área Geográfica Reconquista (AGR), realizaron el pasado martes, al cumplirse 18 años de la desaparición de Diego, un acto de homenaje que definieron como un “juicio popular”, ante la inacción del Poder Judicial.
La cita fue en el Museo Casa Carnacini, en Villa Ballester, y formó parte de las actividades de la exposición “Festimigrantas” (*) que lleva cabo en esta institución cultural la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Allí se responsabilizó a la empresa CEAMSE, a la policía bonaerense, y a los poderes judicial, político y económico por la desaparición de este adolescente vecino del barrio Costa Esperanza.
Esta confluencia de responsabilidades forma parte de la trama de investigación realizada por la periodista Alicia Dujovne Ortiz y publicada como libro con el título “¿Quién mató a Diego Duarte? (frase que inevitablemente nos remite a la famosa obra del escritor Rodolfo Walsh “¿Quién mató a Rosendo?”).
Podríamos resumirlo así: Por un lado el poder económico desplaza del mercado laboral a millones de personas, empujándolas a la miseria y a revolver la basura para conseguir recursos y comida. Por otro lado, la policía protege esa basura, que es un gran negocio para algunas empresas. A su vez, el poder político que debiera intervenir a favor de los sectores más vulnerables, generando igualdad de oportunidades y evitando la concentración de la riqueza en pocas manos, muchas veces termina siendo cooptado por el poder económico. Del mismo modo suele suceder con el Poder Judicial, completando este círculo vicioso y criminal.
Alicia, la hermana mayor de Diego y Federico, encabeza la lucha por la memoria y la justicia. Por ello impulsó la creación de un centro cultural, que lleva el nombre de su hermano desaparecido, en las trágicas circunstancias señaladas.
Durante el acto señaló: “Nosotros esperamos una justicia que para los pobres no existe. Este juicio popular es lo más valioso que nos llevamos hoy. Como dice el lema Todos somos Diego. Es muy grato esto, me da mucha fuerza para seguir adelante. Agradezco a todos los presentes hoy por mantener viva la memoria de mi hermano”.
La Federación de Cooperativas Argentinas de Reciclado Autogestionado (FECARA), entre ellas la organización “Bella Flor”, del barrio “8 de Mayo”, proponen que el 15 de marzo -fecha de la desaparición de Diego- sea declarado el Día de los Recicladores y las Recicladoras.
(*) Nota de la redacción: “Festimigrantas” es una exposición cultural referida a la vida de las mujeres que han migrado hacia los barrios populares de General San Martín. Se desarrolla en el Museo Casa Carnacini, Pueyrredón 2720, Villa Ballester, de martes a viernes de 10 a 20 horas, sábados de 16 a 20 horas (menos días feriados), hasta el próximo 31 de marzo, inclusive. Está organizada por el proyecto “Migrantas en Reconquista”, de la UNSAM, que es financiado por el International Development Research Centre-Centre de Recherches pour Développement International (IDRC- CRDI) de Canadá.
La muestra también está auspiciada por la Municipalidad de General San Martín (MSM), la Unión de Trabajadores de la Economía Popular (UTEP) y las organizaciones nucleadas en la “Mesa Reconquista".