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Suárez Ciudad - Sociedad

EDITORIALES

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Por Eduardo Verón (*)

En el Día Internacional del Libro me pregunto cuál es el lugar de la lectura y las bibliotecas en el actual contexto de auge de la Inteligencia Artificial que resume obras completas en segundos, que incluso escribe informes, trabajos y análisis a partir de un simple pedido.

Las bibliotecas están en crisis, esos grandes espacios silenciosos con paredes cubiertas de libros (a veces polvorientos) encuentran cada vez menos socios y público en general. Muchos libros están en internet, incluso datos e información que antes se buscaba en enciclopedias y otros textos hoy se encuentran fácilmente escribiendo (o hablando) en el celular.

No obstante, en José León Suárez, más puntualmente en la Cárcova, hay una biblioteca que rompe todo estereotipo y, por el contrario al proceso de vaciamiento, sus visitantes aumentan año tras año. Allí reina el ruido ya que decenas de vecinos y vecinas lo referencian como punto de encuentro, lugar para aprender, para estudiar, para participar de eventos, incluso para llevar reclamos y pedidos apuntando a mejoras en el barrio.

¿Por qué en la biblioteca? La “Biblio Cárcova” es un lugar seguro para sus vecinos y vecinas, todos y todas la conocen desde que nació, cuándo Waldemar Cubilla (en la foto con el Papa Francisco) juntó aquellas primeras maderas y chapas sacadas de la basura. Cómo casi todo en Suárez que surge de los desechos: los barrios, las viviendas, el material de trabajo y las luchas. Los estantes con los libros, los adornos, los juegos, las guirnaldas y los elementos que hay en la biblioteca funcionan como escenografía para que se dé algo: una mateada, una charla, el encuentro con otros, el juego.

Si bien la biblioteca cuenta con numerosas actividades relacionadas a la educación y la cultura, como talleres de lectura, de arte, de fotografía; el dictado de clases para completar estudios secundarios; sala de grabación y, recientemente, con espacio de cuidado para infancias, la principal característica es la libertad.

La biblioteca Cárcova es un espacio libre, los vecinos y vecinas llegan, a veces participan de actividades y a veces no, son libres de estar y eso no está escrito, se da. Niños y niñas van a la biblioteca, agarran libros y/o juguetes y están. Los libros también son libres. Hay catálogo, hay fichero, hay préstamos, no obstante, los vecinos saben que si toman un libro que les gustó pueden quedárselo, pueden regalarlo, pueden compartirlo, pueden devolverlo o no. Los libros como la biblioteca son del barrio y son libres.

Los libros, con sus historias, sus contenidos, sus ilustraciones no solo son herramientas para el conocimiento sino, y, sobre todo, medios para leer el mundo, la actualidad, la historia y el futuro. La acción de leer el mundo implica ir más allá de la literalidad, es poner en cuestión que hay detrás de esas frases o slogans que parecen englobarlo todo, pero muchas veces mas que incluir, esconden.

La idea que la lectura nos hace libres ha sido desarrollada por numerosos autores, de los cuales el 23 de abril, también es su día. Por nombrar algunos, traigo a Paulo Freire, pedagogo popular brasileño, que en toda su obra sostiene la idea de la educación como medio para la liberación. Liliana Heker, escritora argentina, en su discurso inaugural de la Feria del Libro 2024 remarcó la importancia de saber leer, en este sentido amplio.

En un contexto en el que el Estado nacional persigue el ajuste en aras de gastar en “prioridades”, excluyendo a las actividades educativas-culturales como parte de ellas, Liliana plantea que el ajuste en estas políticas nos conduce a tener menos lectura del mundo y con ello, menos interpretación y crítica de lo que se dice y escribe.

La inteligencia artificial abona a ello, “nos ahorra pensar”; los emoji, emoticones, memes y otros íconos que cada vez ganan más lugar en los chats, “nos ahorran palabras”. Y así avanza un proceso de “ahorro”, de ajuste, de achicamiento.

La palabra está siendo ajustada y si la palabra es el principal insumo de los libros que nos hacen libres, podemos conjeturar que lo que está siendo ajustada es nuestra libertad. Por eso resulta imprescindible fomentar, acompañar, potenciar y divulgar experiencias que trabajan para la lectura del mundo como lo hace @bibliotecapopularlacarcova

(*) Eduardo Verón: Vecino suarense, licenciado en Ciencia Política, Magister en Derechos Humanos y doctorando en Ciencias Ambientales de la Universidad Nacional de San Martín (UNSAM). Becario doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con lugar de trabajo en el Laboratorio de Investigación en Ciencias Humanas (LICH) y miembro del Área de Ambiente y Política, de la Escuela de Política y Gobierno (EPyG-UNSAM). @edupuntoar

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¡VOLVIMOS! Con renovado entusiasmo. Inauguramos las publicaciones de 2025 con una nota de Eduardo Verón (*) con motivo de celebrarse el 8 de marzo el Día Internacional de la Mujer. El autor retrata en este artículo un caso testigo del que tiene conocimiento directo en el barrio de la Cárcova. Son incontables los casos de mujeres de los barrios populares que realizan trabajos comunitarios en campos diversos: alimentación, salud, educación, arte, comunicación, etc., ya sea como voluntarias o muy precarizadas en su retribución. Nuestro homenaje a todas ellas.

Mujeres que cocinan, que trabajan en el saneamiento de arroyos, que limpian calles y juntan residuos, que realizan conexión a servicios básicos, mujeres en las escuelas y en los centros de salud, en las iglesias,  en las bibliotecas populares, en las ferias y emprendimientos,  en las plantas recicladoras manejando camiones, clasificando reciclables y coordinando cintas de producción. Mujeres que construyen, lideran y mantienen cada una de estas organizaciones, espacios y actividades. Mujeres que reparten su tiempo entre el sostenimiento del hogar y el sostenimiento de la organización.

En José León Suárez, como en otras localidades y ciudades, la vida comunitaria ocupa un importante lugar. Las familias necesitan apoyarse en organizaciones para introducirse al mundo del trabajo, para acceder a servicios básicos, para el cuidado para sus hijos, sus nietos, sus hermanos, sus padres, incluso para el cuidado de ellas mismas ante situaciones de violencia. Las mujeres acuden a las organizaciones para alimentarse, para realizar actividades culturales, para sociabilizar, para estar.

Los barrios cuentan con decenas de organizaciones y centenares de mujeres trabajando en ellas. Rafa es una de esas mujeres. Resulta justo e injusto, al mismo tiempo, compartir la experiencia de Rafa. Justo porque es una mujer que vive en Suárez hace 45 años y lidera una organización que alimenta a 60 vecinos hace casi 30 años. A su vez, la elección también es injusta porque tal como seleccioné el caso de Rafa podría compartir la historia de Carmen, de Mariela, de María, de Gisela, de Nena, de Lili, de Mónica, de Cristina, de Toti, de Fernanda, de Margarita, de Lorena, de Andrea, de Carolina y de otras mujeres suarenses que lideran alguna organización ocupándose del sostenimiento cultural, educativo, laboral o del cuidado en el barrio.

Rafa nació en Pirayú (Paraguay) el pueblo en donde se prepararon los soldados paraguayos para el combate de la Guerra de la Triple Alianza. Ella también se preparó para dar batalla contra injusticias y desigualdades, contra el hambre y la violencia,  contra el abandono y el analfabetismo. Rafa llegó a Argentina con apenas 20 años y pocos años después, para la década de 1980, con 26 años se instaló en Carcova. El barrio por aquel entonces se estaba conformando, se instalaban las primeras casillas, se marcaban los terrenos con los primeros hilos, el descampado primaba. Los primeros habitantes llegaban principalmente por familias expulsadas de villas de la Ciudad de Buenos Aires -bajo el gobierno dictatorial- y con migrantes de provincias del litoral y del noroeste por inundaciones en sus lugares de origen.

En la década de 1990, Rafa se introduce en el plan bonaerense Vida que consistía en la entrega diaria de sachets de leche para las infancias de aquellas familias  que, por situación de vulnerabilidad económica, no tenían recursos para comprarla. Bajo ese programa, Rafa comenzó con la primera actividad comunitaria en el barrio, a la que pronto se sumaron otras: paseos  a distintos parques, plazas, campings, piletas, canchas; así como apoyo escolar y actividades de recreación.

Las necesidades cada vez más agudas en el barrio requirieron que la casa de Rafa pase de ser el lugar para retirar la leche al lugar en el que se retire el almuerzo. El comedor funcionó, en un primer momento, principalmente por la colaboración de vecinos, algunos negocios y el bolsillo de Rafa y su familia. La institucionalización, muy reciente, del espacio que lleva el nombre “Por los niños”(y por la niñas, desde luego) permitió que el municipio colabore diariamente con alimentos. La preparación de las comidas estaba a cargo de mujeres (y algunos pocos hombres) que mediante programas de trabajo realizaban horas de prestación de servicio cocinando en el comedor. El último año, debido a recortes tanto en el número de beneficiarios como en el monto de programas, la cantidad de colaboradores en la cocina se redujo de manera notable: tres mujeres a la mañana y tres a la tarde son las encargadas de cocinar para 60 vecinos en cada turno.

Pese a la reducción de colaboradores por la baja de programas de trabajo, la cocina de Rafa sigue siendo transitada por decenas de vecinos y vecinas cada día: algunas pasan a colaborar en la preparación de la comida, otros a buscar el alimento, otras a charlar con Rafa, otros a transmitirle reclamos confiando en que ella podrá canalizarlo a quien corresponda, hay quienes quieren conocer la experiencia del comedor. La casa de Rafa no tiene intimidad, es un poco la casa del barrio. A la mañana se cocina para el almuerzo, por la siesta para la merienda y a la tarde para la cena. Los viernes, adicionalmente, se preparan bolsas con mercadería para que tengan alimento el fin de semana.

El comedor de Rafa es un espacio para las mujeres, aunque no se haya creado con esa misión, aunque se llame “Por los niños”, aunque entregue comida a hombres y mujeres indistintamente. Las mujeres saben que el comedor de Rafa es un refugio al que pueden acudir tanto para comer como para charlar entre vecinas, para capacitarse, llevar sus inquietudes, sus reclamos, sus miedos y sus denuncias. El comedor de Rafa fue escenario de cursos de capacitación en diversas temáticas, una de ellas fue colocación de cerámicos. Por eso tiene la mitad de su piso con cerámicos, el mismo fue instalado por vecinas del barrio en el marco de  esa capacitación. Hasta allí acudieron 10 mujeres por violencia de género, en todos los casos fueron rescatadas mediante programas municipales, provinciales y nacionales que se ocupaban del tema.

El 8 de marzo para Rafa y sus compañeras, vecinas, colaboradoras no es una fecha que pasa desapercibida. Tal como las mujeres que trabajaban en la fábrica que se incendió (**) , tal como las mujeres que luchaban por los derechos laborales, tal como las  que sufren violencia y salen a reclamar por las calles; el comedor “Por los Niños” lo integran mujeres que trabajan, luchan,  reclaman,  se organizan y  sostienen la olla cada día.

 

(*) Eduardo Verón: vecino suarense, licenciado en Ciencia Política y doctorando en Ciencias Ambientales (UNSAM). Becario doctoral del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), con lugar de trabajo en el Laboratorio de Investigación en Ciencias Humanas (LICH) y miembro del Área de Ambiente y Política (EPyG). @edupuntoar

 

Nota de la Redacción: (**) La fecha conmemora a las 129 obreras textiles de la fábrica Cotton de Nueva York, Estados Unidos, que fallecieron en 1857 a consecuencia de un incendio, que se presume intencional por parte de la patronal, mientras hacían huelga reclamando por mejores condiciones laborales.

Hemos conocido a Rafaela (Rafa) en los primeros tiempos de FM Reconquista, la radio comunitaria instalada en Villa Hidalgo desde 1988, cuando visitaba con su esposo a los primeros programas de música del litoral argentino y del Paraguay. También tuvimos el gusto de participar en su casa, de la enseñanza para personas adultas que desean terminar la escuela secundaria (Plan FINES).

 

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Informe: Hna. Noelia Ramírez (*)

El Centro Social “Renascer” (Renacer) es el proyecto de misión de las Hermanas Oblatas en Angola. Se encuentra en la cuidad de Lobito, en la provincia de Benguela, a unos 500 kilómetros de Luanda, la capital del país.

La Hermana Noelia, una argentina actualmente misionera en Angola, nos cuenta cómo es la rutina diaria en el hogar: “Alrededor de las siete de la mañana, las puertas se abren para iniciar la jornada y el aroma a té de menta o cedrón invade la casa. El día comienza pronto: hay que pasar a buscar el pan, que dona todos los días una panadería cercana, untar la manteca, endulzar el té, mientras los minutos pasan rápido.

Tan rápido que: “A partir de las 7:30 hs. comienzan a llegar las mujeres, la mayoría son jóvenes y hasta adolescentes. El ´mata bicho´ ya está preparado y comienzan a desayunar. En Angola al desayuno se lo llama ´pequeño almuerzo´, pero en la jerga cotidiana es llamado ´mata bicho´ en alusión a la lombriz que muerde cuando hay hambre. Para varias de estas mujeres esta es la única comida del día.

Con la panza llena es más fácil aprender” -dice la Hermana Noelia- y la jornada continúa: “Antes de comenzar las clases hacen en grupo una pequeña oración junto a las hermanas y los profesores del Equipo. Después cada una va a su salón. Hay dos talleres sistemáticos durante el año: Alfabetización y Hotelería. En total, diariamente asisten a clases unas 40 mujeres.”

Mientras las meninas (niñas o jóvenes mujeres) estudian, la vida sigue recorriendo las salas y oficinas del Centro. “Pero no dejemos de darle el lugar que se merece a la cocina” -dice Noelia- “da la impresión que es uno de los espacios más acogedores del Centro. Todo está limpio y ordenado. Ahí los profesores conversan mientras también ellos ´matabichan´.

A través del relato de la hermana Noelia, conocemos más sobre la realidad en que está inserta la Misión. Por ejemplo: Dos veces por semana está programado hacer “salida de campo”, lo que consiste en ir a visitar las casas de las mujeres que asisten al Centro. Las visitas son cortas , pero lo que lleva tiempo es llegar a cada lugar. La mayoría de las mujeres viven a mucha distancia, subiendo las montañas, donde se puede hacer un trayecto en vehículo y luego solo se puede llegar a pie. Algunas de ellas, para llegar al Centro, caminan todos los días dos horas para ir y luego dos horas para regresar.

No queremos olvidarnos de resaltar la importancia de celebrar la vida” -afirma esta misionera nacida en la provincia de Corrientes, en la ciudad de San Luis del Palmar- “Cada momento especial estalla en cantos y bailes. Es un placer escuchar las palmas tan armónicas y acompasadas como si fueran el batuque de un tambor. Para estas mujeres la vida es dura, sí, pero el ritmo y la expresión del cuerpo en el baile, las devuelven a su ser original donde la alegría lo impregna todo.

Y señala: “Todas ellas en contextos de prostitución, encuentran en el Centro Social Renacer un espacio de acogida y escucha. Muchas de ellas declaran que las hermanas, los profesores y profesoras, se convierten en su familia”. En el Centro Social Renacer, además del equipo estable de trabajo, participan personas voluntarias. Noelia reseña: “Un profe de alfabetización, el profe de teatro, la profe de inglés, la profe de cocina, el psicólogo y el abogado. Además de una lista de benefactores que a través de donaciones colaboran para que la misión pueda llevarse a cabo en este país de África.”

Angola no está a la vuelta de la esquina, pero la Misión Oblata comparte la Fe en el Dios de la Vida hace más de treinta años, inserta en este lugar”- concluye esta joven religiosa- “haciendo realidad mejores posibilidades para muchas mujeres que renacen a una nueva vida.

(*) Publicado en la Revista Puerta Abierta N° 103

Nota de la Redacción: Las hermanas Oblatas del Santísimo Redentor (OSR) se definen como: “Un grupo de mujeres llamadas, convocadas en comunidad y enviadas a vivir el seguimiento de Jesus, siendo la Buena Noticia del Reino de Dios para las mujeres que ejercen prostitución y/o son víctimas de trata para la explotación sexual. La congregación opta por un compromiso solidario con la mujer en prostitución, para juntas recorrer un camino de evangelización liberadora”.

El término “oblata” deriva de “oblación” que significa “ofrenda”. La congregación fue fundada en España en el año 1870 y tiene presencia en 15 países.

Angola es un país africano con costas en el Océano Atlántico. El idioma oficial es el portugués.

La Hermana Noelia Ramírez es periodista y cursó estudios superiores en Comunicación Social. Hemos compartido con ella talleres de Radio, organizados por el Centro de Comunicación Nuestra Señora de Luján, con mujeres que asisten al Hogar "Puerta Abierta", en el barrio de Constitución, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires (CABA).

 

 

 

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GENTE DE MI CIUDAD: MARTA CAPDEPON, AUXILIAR DE ENFERMERÍA.

 Por Raúl Bermúdez

 

La farmacia “Dolfato” es un clásico del centro comercial de José León Suárez. Ubicada estratégicamente en la esquina de avenida Brigadier General Juan Manuel de Rosas y Echagüe, en diagonal a la comisaría 4°, es atendida por sus dueños, Elsa Ester Dolfato y Luis Tree. Cuenta con un equipo en mostrador y caja, de excelencia. Pero además, desde al menos el año 2007 (según los registros de la farmacia), tuvo un “valor agregado”: la humanidad de la mujer que tomaba la presión a quienes requerían ese servicio.

Marta Élida Capdepon, suarence nacida el 15 de mayo de 1947, hija única de Élida Irma Leal y Jorge Andrés Capdepon, desde niña sintió pasión por todo lo que estuviera relacionado con la salud de la gente. Así lo cuenta su prima hermana, Hilda Mabel Sorondo: “De chiquitas jugábamos y hacíamos travesuras en la vereda de nuestra casa, con frente a la calle Independencia, casi esquina Washington, donde hoy hay un importante comercio de venta de zapatillas. Ya entonces le interesaban todos los temas vinculados a la salud”.

Luego de cursar su enseñanza primaria en la escuela Nº 3 y la secundaria en la Academia Rivadavia, la vida llevó a Marta a trabajar en diferentes comercios. Vivió un tiempo en el barrio conocido como Villa Hidalgo, localidad de Eugenio Necochea, en la esquina de Andrade y Mitre. Allí ya se dedicaba a aplicar inyecciones en el vecindario. Todavía vive en el barrio, su amiga del alma, Elba Irene Dorado, a quien toda la familia de Marta llama cariñosamente “la Tía Bicho”.

 

Si nos remontamos al año 1976 (tristemente célebre por ser el inicio de una sangrienta dictadura), podemos imaginar a una joven secretaria de recepción de la empresa “Química Argentina”, atendiendo a un joven Juan Jorge Iturrieta, empleado de una filial de la firma y futuro contador público recibido en la Universidad de Buenos Aires (UBA).

Dos años después, en el año del Mundial 78, Marta y Jorge se casarían, y luego nacerían primero Martha Soledad y después Jorge Javier. La “Tía Bicho” allí estaría para ayudar en la crianza y hasta el día de hoy sale a pasear con Jorge Javier. Esta hermana de la vida, también acompañaría el crecimiento de los nietos de Marta, hijos de Soledad, Ignacio y Facundo. La casa familiar esta ubicada con frente a la calle Washington, entre Independencia y Pacífico Rodríguez, lugar neurálgico del centro comercial suarence.

Marta comenzó a ejercer el oficio que había aprendido en estos años y que tanto la apasionaba, auxiliar de enfermería. Tuvo pacientes en José León Suárez, Villa Ballester, en los barrios del Área Geográfica Reconquista (AGR), siempre solícita, cuidadosa, amable. Mujer de carácter y firmeza, combinadas con una sonrisa abrazadora frente a las preocupaciones o los dolores de las personas.

Elsa Dolfato y sus compañeras de trabajo la definen así: “Era una persona calma, buena compañera, siempre positiva, se alegraba del bienestar de los demás, sus pacientes la recuerdan con emoción” y agregan “un ser especial que acompañaba atentamente con la escucha, empática, irradiaba calma y dulzura. Nos dejó en el corazón una huella imborrable”.

Susy, una de sus pacientes, recuerda que cuando se angustiaba porque le subía la presión arterial y estaba fuera del horario comercial, le enviaba un mensaje por whatsapp y la respuesta de Marta la calmaba y la presión volvía a la normalidad. Y cuando la atendía personalmente en la farmacia “el tensiómetro en sus manos era como un mate de amistad bien cebado”.

A Marta le gustaba la música, de chiquita Palito Ortega, de adulta Mercedes Sosa tanto como la buena repostería y las atrapantes vidrieras. Con Jorge, formaron una pareja conocida, querida y respetada en José León Suárez. Juntos viajaron por casi toda la Argentina. Compartieron tanto paisajes imponentes como la simpleza de largas charlas y caminatas por la avenida del Libertador, por tramos muy generosa en vidrieras. Jorge dice con humor nostálgico y seguramente un gran dolor que apenas expresa: “entre tantas virtudes que le atribuyen a Marta, hay una que señalaba mi madre, y que para mí es la mejor...era capaz de aguantarme”.

Soledad es su hija mayor, al recibirse de nutricionista eligió a su mamá para que le entregue el diploma porque: “siempre me inculcó que tener una profesión que ayude a los demás sería un gran honor” y agrega “también me transmitió la importancia de ser una mujer independiente”.

"Cuando Javi (su hermano menor Javier) y yo, fuimos más grandes, consiguió trabajo en la farmacia como auxiliar de enfermería". Según Soledad, allí encontró su lugar. “Le encantaba ir. Tenía mucha paciencia con quienes tenían miedo a las vacunas, especialmente con niños y niñas y con las personas adultas mayores. Otro de sus dones era que el pinchazo no doliera y que te escuchaba como si fuera una terapeuta”.

Casi como transmitiendo un legado final de su madre, Soledad nos dice: “Me enseñó a no quedarme en la tristeza, porque la vida es linda a pesar de todo. Su gran sentido del humor era una de las cosas que más me gustaba de ella... Nunca dejó de tomarse la vida con alegría”Irremediablemente, víctima de un tumor no detectado a tiempo por los médicos, Marta partió en febrero de este año. Ahora, con su mirada calma y comprensiva, nos sonríe desde el Cielo.

 

 

 

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Una multitud de jóvenes y no tan jóvenes, hoy peregrina al Santuario de Nuestra Señora de Luján. Así ocurre cada primer sábado de octubre, desde el año 1975, salvo durante la pandemia de Covid-19, cuando la peregrinación se realizó en forma virtual a través de las redes sociales. Es la peregrinación número 50. Medio siglo ha transcurrido y nuevas generaciones se siguen sumando a esta expresión masiva de Fe popular.

Es ampliamente conocida la historia de la imagen venerada, pero diremos en apretado resumen que, en el siglo XVII, proveniente de Brasil y en tránsito a Santiago del Estero, esta Virgencita “decidió” quedarse en los pagos de Luján. La carreta que la transportaba se atascaba, y sólo se movía si se retiraba de la carga la caja que contenía una de las dos imágenes que llevaba. Era pequeña, de arcilla cocida y representaba a la Inmaculada Concepción de María, la madre de Jesús de Nazareth.

Este incidente se interpretó como un claro signo de que la Virgen no deseaba seguir el viaje. Y allí quedó. Luego, ante cada intento de traslado, la imagen volvía a aparecer en el “lugar del milagro”. Famoso también, es el “Negro Manuel”, el esclavo que cuidaba la imagen junto a su esposa Beatriz (*). Esta tradición se transmitió de boca en boca, generando una veneración popular desde el año 1630, en tiempos de la colonia española. La construcción de la Basílica actual demoró entre los años 1890 y 1935.

Siempre hubo una gran variedad de modalidades en las visitas grupales o institucionales a la Basílica: en micro, en bicicleta, a caballo, etc. Las primeras peregrinaciones a pie masivas desde la ciudad de Buenos Aires, las organizaban los Círculos Obreros Católicos, a fines del siglo XIX, y asistían trabajadores varones. Pero desde principios del Siglo XX, la Sociedad de Peregrinos a Pie a Luján, fue la institución civil encargada de organizar la principal peregrinación anual, que partía desde la Basílica de San José de Flores. Sus concurrentes eran en su mayoría personas adultas mayores y el formato litúrgico, consecuentemente, era de corte tradicional.

¿Cómo irrumpe la juventud en esta expresión de religiosidad popular? Corría 1975, un año convulsionado, atravesado por la violencia política, de alguna manera una bisagra sangrante entre la muerte del General Juan Domingo Perón, durante el ejercicio de su tercera presidencia constitucional en 1974 y el golpe de Estado de 1976, que inauguró la dictadura más brutal de la historia argentina.

Un movimiento de jóvenes agitaba los ambientes eclesiales de parroquias y colegios. Se lo conocería como el Movimiento Juvenil Evangelizador (MJE), que nunca se constituyó formalmente como una asociación institucional. Su inspirador fue el sacerdote y “teólogo del pueblo”, Rafael Tello. Sus principales ejes de pensamiento y acción eran: la “Pastoral Popular”, entendida no como una pastoral especial destinada a los más pobres, sino como una pastoral surgida “desde” el Pueblo, su experiencia histórica y su saber religioso. La “cultura popular latinoamericana”, fruto del mestizaje, con un componente fundamental que es su religiosidad. En particular la devoción Mariana y su importancia en los procesos de formación de identidad de nuestros pueblos.

También la construcción de la “Patria Grande” de América Latina y el Caribe, en base a una nueva evangelización “encarnada” en los proyectos populares de liberación nacional y social. Los sectores de la Patria “pobres y humildes” como custodios y transmisores de la cultura popular cristiana y solidaria, frente a culturas elitistas, individualistas y excluyentes, influenciadas por una formación liberal de corte anglosajona. La juventud, componente poblacional mayoritario desde México hasta Argentina, como “motor” de la nueva evangelización hacia todo el Pueblo, y de los cambios sociales y culturales, sin que esto implique perder raíces. Un movimiento juvenil “místico y activo” a la vez.

En diversas reuniones masivas de jóvenes en el Colegio Episcopal de Villa Devoto, en la ciudad de Buenos Aires, y en el conurbano bonaerense, el padre Tello lanzó la iniciativa: “Me imagino miles de jóvenes caminando hacia Luján a encontrarse con la Virgen”. La propuesta sonó insólita. Ir a Luján en 1975 era de “viejos y viejas”. Pero sin embargo prendió. Los preparativos fueron febriles. Se formaron cuatro comisiones de trabajo: contenido, liturgia, difusión y marcha. Se recorrían parroquias y colegios, se repartían volantes y se pegaban afiches en la vía pública y grandes lugares de concentración de personas, como avenidas y terminales de trenes, se recorrían estudios de radio y televisión.

El equipo sacerdotal de Pastoral Juvenil, recientemente creado en el Arzobispado de Buenos Aires (**), fue la base institucional-eclesial de sustento para la organización de la peregrinación. A su vez, la Pastoral para Villas de Emergencia de la ciudad, se comprometió a fondo con la iniciativa.

El primer lema fue: “La juventud peregrina a Luján por la Patria”, sintetizando los sentimientos religiosos con las preocupaciones socio-políticas del momento. Y la marcha “Tiempo de América”, fue su canción, escrita y compuesta por el joven Raúl Canali, luego ordenado sacerdote. Se decidió unir los “santuarios” de San Cayetano con Luján.

El primer sábado de octubre de 1975, en el barrio de Liniers, temprano comenzaron a sonar bombos y redoblantes, algo inusual en las liturgias católicas. Bailes de murga frente al santuario precedieron a la partida. A poco andar y cruzar la avenida General Paz, por la Ruta N° 7 Rivadavia, se fueron sumando importantes contingentes de jóvenes de los barrios del conurbano. En Morón ya la columna era de 12 kilómetros ininterrumpidos, informaba la policía. Se hicieron cálculos de entre 40.000 y 70.000 personas. Las previsiones de organización quedaron absolutamente desbordadas.

Colorido, alegría, entusiasmo, la presencia inédita de cantitos de cancha futboleros con rimas dedicadas a la Virgen. Lo popular, plebeyo y juvenil, irrumpía sin pedir permiso, copando y reformulando lo tradicional. El mensaje que se leyó en las escalinatas de la basílica, una vez finalizada la Misa central (***) sintetizó así el momento histórico que se estaba viviendo: “En cada paso que dimos hasta aquí hemos experimentado lo que es ser pueblo que camina unido hacia su ideal de libertad y justicia. Y es por eso que vinimos. Es que los jóvenes estamos comprendiendo cada vez más que formamos parte de un pueblo, el pueblo de Dios en América Latina, cuyo corazón son los humildes y los trabajadores.”

Y la Peregrinación continuó, aún en dictadura cuando se prohibían las concentraciones por cualquier razón. Fue imparable, creciente, autónoma. Hoy la gente va sola, aunque nadie la convoque. Los grupos eclesiales tienen su propia organización. Pero la gente va sola. El “Viejo” como le decían los jóvenes al padre Tello, solía decir: “Hay que crear las ocasiones para que el Pueblo se reconozca como tal. La posibilidad para que el Pueblo exprese lo que ya está en Él. La peregrinación es eso, y después hay que dejar actuar a la Virgen y al Pueblo…”.

Hoy a partir de la medianoche en Luján, mujeres y hombres del grupo pionero que organizó la primera peregrinación, se reencontrarán para participar de la misa que celebrará a las siete de la mañana, en la plaza, monseñor Jorge Ignacio García Cuerva, arzobispo de Buenos Aires. Habrá “gestos litúrgicos”, como la entrega en ofrenda de un cuadro con los afiches de difusión de 1975 y de 2024, y una oración escrita en agradecimiento a la Virgen.

Nota de la redacción: (*) Hay nuevos estudios que sostienen que en realidad el nombre de Beatriz corresponde a la esposa de otro esclavo homónimo al Manuel que cuidaba la imagen de la Virgen, y que vivía en la misma estancia. Dejamos por ahora esta discusión a la investigación histórica.

(**) El primer equipo sacerdotal de Pastoral Juvenil de Buenos Aires, se formó con un responsable por cada una de las “Vicarías”, en que se dividía el territorio de la Arquidiócesis: Centro-padre Joaquín Sucunza, de la parroquia Nuestra Señora de la Piedad (hoy obispo auxiliar de la ciudad), Flores-padre “Titín” Della Barca, de la parroquia Santa Julia, del barrio de Caballito, Belgrano-padre Ricardo Larken (que estará esta noche en Luján), de la parroquia Nuestra Señora de Luján Castrense, y Devoto-padre Fernando Echevarría, del Colegio Episcopal.

(***) Ante la negativa del Arzobispo Juan Carlos Aramburu, un conservador que siempre desconfió de los grupos juveniles, Monseñor Guillermo Leaden, por entonces Obispo Auxiliar de Buenos Aires, presidió la concelebración de la misa central en Luján. Su hermano Alfredo, sacerdote “palotino irlandés”, fue uno de los mártires de la “Masacre de San Patricio”, cometida al año siguiente por la última dictadura argentina.

Una vieja furgoneta del padre Titín, conocida como "La Titina", junto a la imagen de la Virgen, encabezaba la marcha . En ella por la noche se iluminaba un gran cruz para marcar el camino. 

La Sociedad de Peregrinos a Pie a Luján colaboró con su experiencia con la “Comisión de Marcha” de la peregrinación juvenil, asesorando al padre “Titín” Della Barca, y siempre puso a disposición el recreo que administra en la localidad de La Reja, conocido como “El Descanso del Peregrino”. Ese año ocupaba la presidencia de la asociación un hombre de origen árabe, de apellido Chacra, que caminó en la cabecera junto a la Virgen y "La Titina" toda la peregrinación, con impecables traje y corbata.

La peregrinación a Luján, reúne entre un millón y medio y dos millones de personas autoconvocadas, a través de 70 kilómetros, en un período de unas 20 horas. Esto la transforma en una de las concentraciones masivas religiosas más importantes del mundo, junto con el Ramadán musulmán, que convoca millones de fieles, pero a lo largo de un mes. (Esta nota incluye textos ya publicados en el año 2022).

 

Acerca de Suárez Ciudad

Misión: Ser un espacio periodistico que exprese la rica y variada vida comunitaria de José León Suárez, nuestra ciudad, superando la habitual mirada sesgada de los medios de comunicación dominantes, que solo consideran a nuestros barrios en la sección "Policiales", desde una perspectiva sensacionalista. Creemos que nuestra comunidad es mucho mas que eso.

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